Ya tenemos un avión no tripulado. No sé muy bien para qué nos va a servir, pero en todo caso me parece un gran logro, como también que fabriquemos los fusiles AK. Da un poco de temor, eso sí, que tanto el avión como los fusiles terminen en manos de los pranes y que estos usen el aeroplano para montarle seguimiento aéreo a eventuales secuestrables y las armas para reforzar su ejército carcelario.

Somos un país raro y complejo. No podemos ir de Lara a Zulia sin riesgo por la autopista, pero tenemos un avión no tripulado. Supongo que un avión no tripulado no será para la guerra, porque ¿Con quién vamos a pelear nosotros? Todos los países que nos rodean son hermanos y los enemigos son demasiado poderosos como para enfrentarse a ellos. No olvidemos que parte de la inteligencia militar debe ser no enfrentarse a enemigos que lo pueden borrar a uno del mapa. Tampoco creo que el imperio tenga razones para invadirnos, porque en lo que verdaderamente les importa a ellos, que son los reales, nuestro país ha sido un fiel y leal cumplidor.

¿Para que podríamos usar pues ese avión no tripulado de fabricación casera? Para la paz. Para reportes permanentes de tráfico en una ciudad que se ha vuelto intransitable. Para detectar, vía radar, los huecos de nuestras autopistas y reportarlos a los conductores amenazados. Para hacer un vuelo rasante por nuestros hospitales públicos y detectar vía aérea como anda el suministro de insumos. Para ver si el Guri por fin se llenó y dónde se están registrando los apagones, gracias a que el avión en cuestión puede realizar incursiones nocturnas.

El avión no tripulado puede hacer seguimiento de las marchas de Capriles en cada estado, cada vez más numerosas y concurridas e incluso, hasta podríamos incursionar en el imperio el 7 de octubre y detectar si nuestros compatriotas de Miami emprendieron camino a Luisiana a ejercer su derecho al voto.

Qué país tan raro somos, queremos ser una potencia fabricando armas mientras quebramos nuestras universidades, fabricamos fusiles AK, mientras importamos leche que antes producíamos acá. Tenemos un avión no tripulado, mientras nuestros desempleados venden en las colas de la ciudad la nueva Ley del Trabajo.

La verdad, más que un avión no tripulado, lo que Venezuela necesita es una justicia no tripulada, un CNE no tripulado y, por encima de todo, conciencias no tripuladas. Verdaderamente lo que nuestro país necesita es ser tripulado por sus ciudadanos, que estos sean punto de partida y a la vez, destino, es lo que llaman democracia como plan de vuelo.